Una fumata blanca, con olor a fabada, inunda El Vaticano.
- Xosé Ballina
- 8 may
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Ciudad del Vaticano, 8 de mayo – La expectación era máxima. Miles de fieles, curiosos y peregrinos se congregaron esta mañana en la Plaza de San Pedro esperando la fumata blanca que anunciara al nuevo Papa.
Pero, en lugar de eso, avistaron otro tipo de humo, de gran espesor y un inequívoco olor que los transportaba mágicamente a la cocina de su güela. ¡HABEMUS FABES! Gritaba una voz, con acento italiano, desde el interior del santo edificio. La confusión fue inmediata. Algunos turistas, visiblemente mareados, confundieron el aroma con una antigua aparición mariana en salsa. “Huele a milagro con compangu”, dijo una señora de Colunga antes de desmayarse en brazos de un gaiteru que pasaba por allí casualmente.
El origen del milagro: el cardenal asturiano y su compinche congoleño.
Según filtraciones del ala más indiscreta del Vaticano, el origen de la fumata, estaría en una operación encubierta perpetrada por el cardenal asturiano Ángel Fernández Artime, quien habría colado de estrangis un blíster de compangu de Crivencar oculto entre los pliegues de la sotana. Además, varios testigos aseguraron ver al cardenal congoleño Fridolin Ambongo Besungu merodeando por la sacristía con una bolsa de fabes envasada al vacío, metida descaradamente en una bolsa reutilizable del Masymas. Fuentes internas del conclave afirman que ambos prelados, tras compartir mesa, mantel y bendición, decidieron que, si había que invocar al Espíritu Santo, se invocaba con cuerpo y sabor, como manda la tradición apostólica de Luanco.
Reacciones divididas: entre la devoción y la fame.
Mientras el Camarlengo, (que no se pronunció, pero se le vio relamiéndose) guardaba silencio, desde Avilés partió de urgencia una comitiva de sidreros diplomáticos para investigar lo ocurrido y, de paso, tirar unos culinos en la Fontana di Trevi, “pa bendecir la pomarada”. En Asturias, las reacciones no se hicieron esperar. El sindicato de guisanderes calificó la fumata como “un paso atrás en el proceso de canonización del pote”, mientras que en Luarca se improvisó una procesión alternativa con pasos de fabes gigantes y gaiteros disfrazados de querubines.
El futuro: ¿Conclave o espicha?
A esta hora, se rumorea que en interior de la Capilla Sixtina se prepara una segunda fumata, esta vez con aroma a corderín a la estaca, y que podría prolongar indefinidamente el cónclave solo para degustar la milagrosa gastronomía asturiana.
De momento, el humo sigue saliendo. Las palomas de la plaza están desorientadas, la Guardia Suiza baila el pericote y los fieles, entre la fe y la fame, esperan un nuevo milagro: degustar un platu de esa bendita fabada... ¡y que no se acabe el pan pa mojar!
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