Rescate en Pajares: diez horas de trenecito de la bruja sin bruja, sin música y con sudores fríos.
- Xosé Ballina

- 30 abr
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 1 may

Amanece que no es poco (luz), y en Pajares, menos. Lo que prometía ser un viaje glorioso de Gijón a Castellón, pasando por Madrid como quien pasa por casa de la suegra a dejar una fiambrera, acabó siendo una odisea ferroviaria digna de miniserie de TVE: “Mochila, túnel y desesperación: el tren que no quería avanzar”. El AVE 5750, en vez de acelerar hacia el Levante, decidió improvisar una acampada a lo asturiano en pleno túnel de Los Pontones, donde hasta el GPS de Google se pone a llorar.
Adif, esa especie de IKEA del transporte donde todo parece en su sitio salvo cuando lo necesitas, explicó que la situación era de "extrema dificultad", lo cual suena muy técnico pero se traduce en: “no sabíamos ni por dónde meterle mano al tren”. Que estaba encajado entre kilómetros de túnel, sin luz, sin wifi y con los pasajeros mirando al revisor con cara de: “tú tienes las barritas energéticas, ¿no?”.
Desde el Gobierno, con tono de tranquilidad institucional y sidra templada, Lastra decía que “Asturias ya está funcionando a pleno rendimiento”. Claro, si por rendimiento entendemos una estación llena de gente preguntando si "hay que emburriar a mano la maquinona o empezamos ya a comenos unos a otros". Y Alejandro Calvo, el consejero de Movilidad, salía a escena como Gandalf al tercer día, anunciando que el suministro eléctrico ya estaba restablecido “en más de un 99%”. Faltó añadir: “menos en ese tren, que sigue haciendo la croqueta en medio del túnel”.
Mientras tanto, en algún despacho del Ministerio de Transportes, alguien marcaba en el Excel “normalidad” con letra Comic Sans, sin contar que había 26 trenes más parados como si jugaran al escondite por toda España.
Pero lo mejor vino con la explicación técnica de Adif: “Se hizo lo mejor que se podía hacer dadas las circunstancias”. Que es la forma moderna de decir “sacamos esto como pudimos, primo, bastante que salimos vivos”. Porque claro, rescatar gente en un túnel de 25 km, sin luz y sin cobertura, es como jugar al Operación pero con trenes y una presión mediática que ni en Eurovisión.
En resumen: Asturias resistió, como siempre. El tren se quedó como el que se atranca en el baño del chigre tras una espicha larga. Y los pasajeros, con la paciencia del que ya ha visto todo: niebla, vacas en la vía, y ahora, también túneles que te secuestran.




















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